El Sábado pasado, inicio formalmente la segunda parte del año con el Torneo Clausura 2013 de Primera División. Puesto en marcha, pesé a lo tardío, se pudo vislumbrar una problemática que seguimos teniendo a diario en el balonmano provincial y que resulta ser un escollo importante para el crecimiento de nuestra disciplina.

La problemática en cuestión es referida a los árbitros, técnicos, ayudantes y jugadores, y su manera particular de encarar los encuentros.

Mi opinión va marcada hacia el crecimiento del deporte en nuestra provincia como un mero jugador y periodista dedicado al balonmano. Ya estamos pasando la etapa de ser una disciplina amateur (cómo juntarse un sábado para jugar con amigos) a algo de mayor trascendencia, mirandolo semi-profesionalmente.

La mayoría de las personas, saben que los deportes están remitidos a reglas y normas que se deben cumplir para el normal procedimiento de las mismas. Con errores o con certezas son los árbitros los anfitriones y encargados de que se lleve adelante de la mejor manera.


Para ello tiene que existir un elemento fundamental, el cual en varias ocasiones no se ve en nuestra provincia, la TOLERANCIA. Y con tolerencia no me refiero a aguantar cualquier situación, sino a una mezcla de actitudes propias de la ética, la moral y el respeto dentro del juego.

La cultura del Handball Jujeño, al igual que en varias partes del país, hoy se encuentra muy sumergida por las aguas caldeadas del deporte popular del fútbol. No es difícil acertar prediciendo que éstos hechos vienen desde allí, cuando nos enseñan a "creer que sabemos más que los jueces" y defender nuestra postura a rajatabla. Es verdad que, en muchos casos, podemos estar acertando en una infracción que al árbitro se le pudo haber escapado, pero eso no nos da ningún derecho a actuar de manera prepotente frente a los encargados de dirigir los partidos.

Suele pasar que aquellos que discuten, por ahí, no tienen ni el conocimiento del Reglamento ni de la Práctica arbitral como para quejarse y se dejan llevar por la actitud de fanático.

Y acá nos encontramos con otra cuestión fundamental, la escasez de árbitros en nuestro territorio y traigo a colación el tema por que éste es uno de los problemas fundamentales por el cual no existen una cantidad aceptable de árbitros para disputar los encuentros.

La contra-cara de las actitudes de los técnicos, ayudantes y jugadores son, claro está, los árbitros. Mientras ellos, como ejecutores de las reglas y normas de la disciplina, no puedan defender sus propias decisiones, por inseguridad tal vez, vamos a revivir éstos altercados día a día. Además la actitud de un árbitro en Primera División sólo se debe remitir para hacer cumplir las reglas y no como muchas veces pasa de querer dar explicaciones de todo lo que sancionan. Ésto último vuelve a un partido, una clase de handball, con muchas deficiencias por cierto.

Ahora bien, para mejorar la situación tendríamos que aplicar una ley muy simple, esperar a que terminen los encuentros, y si no estamos de acuerdo con el arbitraje, elaborar un informe o plantearlo en una reunión de delegados con las reglas en la mano. Eso evitará inconvenientes durante los partidos y los árbitros se verán ejerciendo su profesión sin presión alguna. El "jugar callados" para los jugadores puede ser un método de disciplina efectivo y a la larga se cometerán menos errores de cualquier tipo dentro de la 40x20.